viernes, 1 de noviembre de 2019

QUE LE FOLLEN AL AMOR

El amor es mágico, hace sentirse a la gente especial. Y no lo digo porque sea cursi, sino porque de alguna manera, quien padece esta enfermedad, se cree con el derecho a actuar como si la vida no tuviera consecuencias. Hay dos personas a las que antes me gustaba considerarlas amigas, cuya visión distorsionada del amor está condenándoles al fracaso no como pareja, sino como individuales. 

Arturo y Cris empezaron a salir en Marzo. O eso dicen ellos, porque lo único que recordamos Noa y yo de este veranos son sus constantes mensajes pidiendo, no, exigiendo que los pusiéramos en contacto el uno con el otro. La historia es simple: chico conoce a chica, chica gusta a chico, y los dos se comportan como si el éxito de su relación dependiera de los demás y no de ellos. Lo más patético de todo es que ya se conocían, habíamos salido varias veces como amigos, pero ahora que sabían que se gustaban era como si fueran personas nuevas con las que les diera vergüenza hablar.

Y empezó un nuevo curso en la universidad. Desde el primer día siempre cogidos de la mano,  siempre caminando juntos, siempre hablándose el uno al otro, siempre aislándose. Honestamente, yo estaba demasiado ocupada pensando en mis propios problemas como para prestar atención a lo que para mi era una parejita más por los pasillos. Pero Noa se da cuenta de las cosas. Se daba cuenta de que de repente habían pasado a estar a parte del microcosmos que es el mundo, para orbitar solamente el uno con el otro. 

No estoy aquí para juzgar la primera relación de dos adultos de veintitantos. Todo esto no sería un problema hasta que llegó la noche D. El cumple de Noa. Ella nos había invitado a unos pocos amigos a una fiesta íntima. Habría sidra, pizza y juegos de mesa, ¿qué podría salir mal? Estuve un rato con ellos, bebí un poco más de lo que debería, comí pizza por educación ya que sentía que el cualquier momento podría vomitar hasta el alma, fingí que era mala a las cartas, y me marché junto con otra amiga antes de perder el último metro. Llegué a mi casa pensando que el mundo se dormiría conmigo.

Pero fue en ese momento cuando empezó la magia negra. En el momento en el que me fui, se quedaron en la casa Noa, Pol, Arturo y Cris. Me gustaría el recalcar Arturo y Cris como un sólo conjunto, ya que, según pude saber, en el momento en el que puse un pie fuera del portal, saltaron como dos resortes y empezaron a enrollarse en el sofá, bajo una barricada de mantas y cojines. La fiesta no paró para Noa y Pol, quienes intentaron seguir disfrutando de la velada sabiendo lo que ocurría bajo el mullido fuerte.

En teoría, Pol tendría que haberse ido justo para coger el primer tren de la mañana, pero no lo hizo para no dejar sola a nuestra amiga. Sin embargo, Noa insistió pensando que podría manejar la situación sola. Spoiler: no lo hizo. En cuanto Pol se fue, la chica empezó a subir persianas, recoger basura y fregar platos haciendo todo el ruido que podía. Su vida no iba a parar por la parejita. Al rato de llevar a cabo sus tareas, se le ocurrió pasarse por el salón. Allí estaba Arturo, solo. Empiezan a hablar, cortésmente, intentando esquivar el círculo de mierda. Pero es imposible guardar el polvo para siempre bajo la alfombra.

-¿Qué tal? ¿Has pasado buena noche?

-Sí, Cris y yo nos dormimos enseguida. 

-Ah.

-Bueno, ¿y de qué os reíais Pol y tú anoche?

-¿Que de qué nos reíamos?

-Sí, en un momento me pareció que os estabais riendo de una cosa que habíais visto de Papá Noel en la tele.

-O sea, que reconoces que no estabais durmiendo. 

En ese momento llegó Cris. Lo decente hubiera sido dejar la casa en ese momento, pero para evitar el tema a Arturo no se le ocurrió nada mejor que ponerse los cascos y empezar a ver una serie en su móvil. En ese momento Noa, llorando, se fue a su habitación llorando. Me consta que llamó a sus padres, que quisieron volver a la casa pero, de nuevo, mi amiga, pensó que podría con todo. Luego llamó a Pol, y por último, me llamó a mi.

Esa mañana estaba de resaca y juro que, según ella me iba contando las cosas, no me las iba creyendo. Creía que la sidra llevaba algo más y que estaba teniendo un mal sueño. Pero no. Me considero buena amiga, pero soy muy mala dando consejos. Probablemente lo que Noa quería oír no era que cogiera el extintor del descansillo y les echara a base de humo blanco. Aún así, creo que lo hice bien: ella al día siguiente tenía un examen, así que le recomendé que se pusiera a estudiar, con la música puesta si hacía falta, y que llamara a sus padres de nuevo si la cosa se ponía fea, para que volvieran lo antes posible. 

Siguió mi consejo y no salió bien, pero no por mi culpa, en mi defensa diré que es muy difícil dar buenos consejos en lo que se refiere a dos personas que han perdido toda capacidad de razocinio. Para hacer una cronología: Pol se fue a las 7, ella se puso a estudiar a las 11, y Romeo y Julieta acudieron a su habitación a la 1. Se tumbaron en la cama y, lejos de interesarse por la situación de mi amiga, o de pedir disculpas, procedieron a decir que Noa «tenía que entenderlo, que estaban muy enamorados». Desconozco el final de esta conversación, sólo sé que a los pocos minutos recogieron sus cosas y se fueron.

Desde entonces, Arturo se comporta con nosotras como si estuviera constantemente caminando sobre un campo de minas, y Cris directamente nos mira con tal cara de odio que me incomoda incluso estar en la misma clase que ella. Pero lo hardcore no termina aquí, sino que además nos recriminan el aislarles nosotros mismos del mundo. Yo creo que esperaban que fuéramos los cuatro detrás de ellos hasta que decidieran hacernos caso. 

Por eso digo que el amor es magia. Magia negra. Magia negra a la que nos creemos inmunes hasta que somos hechizados por ella. Yo también me creí especial. Creo que era eso lo que me gustaba de estar con Alex, que me hacía sentir especial. Me hacía a mí misma, sin adjetivos. Siempre odié a las parejitas que se magreaban en el parque, hasta que empecé a ser una de ellas. O me quejaba de los chicos que tocaban el culo a su novia cuando caminaba por la calle, hasta que me lo hicieron a mi. Me sentía entre algodones, hasta el punto de que mi cerebro desconectó de la realidad.

Debo reconocerlo: a veces sigo pensando en él. No conscientemente, ya que mis vida diurna es demasiado ajetreada ahora mismo como para no concentrarme en lo que estoy haciendo en cada momento. Pero lo hago. Puedes pensar que has superado a alguien sólo porque no piensas en ella en un momento en el que lo puedes evitar, pero tu subconsciente te delata. Todavía sueño con él. Con sus manos. Con cómo me besaba como si temiera romperme. En cómo me decía cosas que me hacían sentirme especial. 

Y entonces me despierto, pensando en que debería arrastrarme y mandarle un mensaje. Entonces recuerdo cómo, de la misma manera que me hacía sin adjetivos, no quería definirme. A veces creo que la culpa era mía, nunca me han gustado poner nombres a las cosas como «amigos con derechos», «follo-amigos», «novios» o «prometidos», a mi me gusta hacer las cosas bien. ¿El problema era que yo no fuera su «novia»? Ahora que lo pienso, nunca le habló a nadie de él como su novia, es más, nunca me presentó a nadie de su familia o de su grupo de amigos, aparte del círculo común que ya teníamos. 

Alex siempre decía que había ciertas cosas que sólo hacía con sus novias. A mi me da igual, yo lo hago igualmente. Si se disfrutan, no hay porqué ponerse límites. O incluso, hubiera sido divertido que me llamara «novia» en la media hora en la que hacíamos la cosa, para luego pasar a ser sólo Ainara y Alex. Juego de rol, creo que lo llaman. 

A veces recuerdo lo bien que estaba sola. Puede que «bien» no sea la palabra exacta, pero al menos no me sentía con ganas de llorar cada vez que una persona mencionara cierto nombre. Por eso pienso que al amor le hace falta un buen polvo, así si está más satisfecho con su vida no se metería en la de los demás. Quiero que el amor deje de enredar siempre para que acabe siempre tropezando con la misma puta piedra en el mismo puto tramo. Quiero conocer piedras nuevas. Quiero enamorarme con cabeza. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario